lunes, 20 de diciembre de 2010

La Mosca

- ¡A ver!, ¿que pasa acá?, es que no saben que hay otras clases, sus compañeros quieren aprender, pero las niñas del 1A hacen mucha bulla. Y tú, ¿que haces con tu mano en la polla?
- -¿Que Mano profe?, ¿que polla?, yo no estoy haciendo nada.
- Dame tu tarjeta de conducta. Ya verás el demérito que te voy a poner. Mi nombre es Ernesto Iriarte. Soy jefe de Disciplina de este centro educativo. Los que deseen me pueden decir Profesor, Señor o Dios. A nosotros en este colegio no nos gusta la bulla, ¡¡¿Entendido?!!
- Siiiiiii profeee..seño…Dios.-
- Por otro lado, hay horas para ir al baño, no tienen que ir a cada rato como si fueran caños sin empaquetadura, así que por favor no quiero verlos cada 5 minutos entrar y salir del lavado. ¿Tienen alguna pregunta?

De pronto una pequeña mano se alza por el horizonte, menea los dedos esperando permiso para hablar hasta que este se le es concedido:

- ¿Puedo ir al baño profe?-se escucho lejanamente una voz de pito muy aguda-.
- ¿Es que no has escuchado lo que acabo de decir?
- Si profe, pero me cago pe. La tía del quiosco le puso mucho condimento a su pan con salchicha huachana.-volvió a espetar Virela.
- Aguántate hasta la salida, ya faltan solo 2 horas. Vamos, aprende a ser un hombre.
- Pero profe, se me sale el dos.
- No, no. Ya no fastidies.
- Ta mare…

Ernesto Iriarte era una persona con complejo de inferioridad, la cual buscaba cualquier motivo para poder levantar un poco su ego que estaba al borde del abismo. Casado con una tal Rosita, matrimonio que según las leyendas duró 28 días, se sentía totalmente superior a cualquier alumno del centro educativo donde laboraba. Filósofo de profesión, escribió su tesis doctoral en fracasos sexuales.

Mientras comentaba sobre las reglas y grandes hazañas de su carrera, un olor a diarrea comenzó a inundar todo el ambiente. Cada persona miraba las suelas de sus zapatos, se echaban la culpa de de haberse tirado un pedo o algún cabrón había tirado una bombita apestosa. Solo, en un rincón una persona había dejado de sudar frío para reencontrase nuevamente con la felicidad. Viruela había expulsado de su cuerpo el pan con salchicha huachana.

-¿Te haz cagado?, cochino de mierda-espetó Iriarte.
-Si profe, si usted lo quiere ver así. Pero usted no me dejó ir al baño pe.
-Vaya en este momento el baño y límpiese el culo.
-Pero ya no quiero ir al baño pe profe.
-¡Ahora!

Casi al segundo, la clase de Huanta le había perdido cualquier forma de respeto a la mosca Iriarte, y habían jurado inconcientemente, que los siguientes 5 años sería muy largos para el hombre que le gustaba sentir el olor de la mierda de los alumnos.

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