Jamás vi lunas tan bellas como las que disfruté en el Perú y jamás vi un cielo tan despejado, en donde las estrellas fugaces dejaban de ser fuentes de deseos; y se convertian en un objeto más en el firmamento.
Nunca vi a la luna tan cercana a mi. Era parte de mi calendario y visión.
Empezaba a conocer el país.
La vi nacer y la vi morir. Me hice dependiente de ella una y otra vez.
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